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Mar del Plata: El Jenga de Arroyo encontró en los municipales su pieza más vulnerable

Carlos Arroyo hace agonizar el conflicto con los municipales con artimañas que se cubren de legales para estirar una paritaria que debería haber cerrado en agosto.

El conflicto de los trabajadores municipales de Mar del Plata, el cual hoy atraviesa por una dudosa conciliación obligatoria, se gestó a mediados del 2018, en julio, cuando los encargados de instrumentar la paritaria semestral y el gremio de base acordaron un aumento salarial del 18% para lo que había pasado del año, con una lógica clausula de revisión que se consideraría en detrimento de la pérdida del poder adquisitivo del salario causado por la actual política económica que lleva adelante Cambiemos, casualmente signo político del intendente de General Pueyrredón.

Existió una fecha estimada en el convenio que establecía que las partes se volverían a reunir en agosto para re definir los haberes que percibirían los comunales marplatenses hasta fin de año, con una inflación que se calculaba en ese entonces en el 40 por ciento. Es decir, para no perder ante la inflación, los municipales tenían que acordar, al menos, un 12%. Luego, el proceso de aumentos iba a crecer mucho más.

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El Ejecutivo que lidera Carlos Arroyo recibió en aquel momento una sola vez al sindicato –sin llegar a algún acuerdo- y luego no quiso recibirlo más. ¿Qué pasó en el medio? Con la evidente falta de intención por parte del funcionario y para tensar aun más la relación, Arroyo le quitó la bonificación que los docentes municipales cobraban hace más de 20 años. El conflicto, lejos de acercarse a buen puerto, se agudizó. La estrategia política del Jefe político era llegar a diciembre y lo logró, con una conciliación obligatoria dictada sobre el conflicto salarial. En enero, Trabajo lanza otra medida de resolución, aunque de dudosa génesis. Los municipales decidieron ajustarse a las intenciones del municipio, aun con la potestad de continuar con un reclamo que acarreado lleva 5 meses, y con la solidaridad que hoy permite que la ciudad goce de absoluta normalidad.

Los 230 mil visitantes que llegaron a “La Feliz” disfrutan de la Ciudad emblema del turismo argentino, y no lo hicieron con la obligación de conocer el trasfondo que encierra el “por qué” la City fue un caos durante casi un mes. La cortina fue la culpabilidad hacia los trabajadores, la pieza más fácil de sacar en este Jenga que oculta Arroyo y su mano derecha, Hernán Mourelle.

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