El martes habrá paro general de la CGT, uno más que muestra el descontento popularizado de una sociedad y el universo trabajador. A la vez, el Gobierno parece tener un solo antídoto contra la crisis.
Este paro general de la CGT se va a parecer mucho al último del 25 de junio. Una muestra conjunta del sindicalismo a la falta de respuestas por parte de un Gobierno que disfraza en indiferencia la nerviosidad que resulta de políticas que, desde hace 3 años a la fecha, no han ofrecido las soluciones que el propio Mauricio Macri calificó en campaña como “no es un problema”, en referencia a la inflación, por ejemplo. Los brotes verdes y las millonarias inversiones empresarias no han arribado a la Argentina y la industria nacional –a la actualidad- cae en picada desde hace meses. Caso también preocupante es el del sector textil, con una curva descendente del 9.4% a octubre. Miguel Acevedo, presidente de la UIA, había advertido en agosto que los ajustes en las cuentas públicas “tendrán consecuencias negativas en las industrias y economías regionales”. En relación a los madereros y muebleros, cayeron en su actividad un promedio de 8 puntos interanual. Hasta julio, el 7.3 había sido la caída de la producción de las Pymes, entre otros valores preocupantes.
A todo esto, el Gobierno parece tener solo un claro punto de posible solución ante la enorme crisis que existe en territorio argentino: el FMI. El ojo de Dujovne, Macri, Peña y el grupo cerrado del presidente consideran que las soluciones indefectiblemente están en los Estados Unidos y no en Balcarce 50. Por eso, el primer mandatario viaja a Norteamerica a la ONU y tendrá sus minutos de gloria al reunirse con el jefe del mundo, Donald Trump, con el objetivo de reforzar el vínculo de financiamiento con la Argentina.
Mientras tanto, el movimiento obrero organizado nacional ya comenzó a preparar la “resistencia” democrática: la reorganización política de los distintos sectores. El pasado miércoles, se normalizaron las históricas 62 Organizaciones Peronistas, esas que impulsó Luis Barrionuevo y que contiene a todo el sector de la CGT, con una foto de alto impacto en el salón principal de la UOM. Lo dijo ese día Carlos Acuña: “Nosotros ya estamos organizados”. Por otro lado, el Frente Sindical liderado por los Moyano, Pignaneli, Plaini, Siley y Palazzo, también opositor a Cambiemos, armó una estructura de lucha que parecería que tiene intenciones de mostrar diferencias con la CGT pero en definitiva, exhibe al peronismo queriendo reagruparse de una manera que hace rato no sucedía.
La alianza Micheli-Yasky ya es un hecho y parecería que en 2019 podría encontrarlos más unidos aun. La CTA Autónoma de Ricardo Peidro, Cachorro Godoy y Claudia Baigorria, con una enorme estructura en todo el país, también muestra una posición muy fuete en contra del Gobierno desde su asunción.
Aun así, con un sindicalismo fuerte en sus distintos sectores (sería mucho mejor unido, claro), Macri no parece escuchar las voces que lo llaman al dialogo de consenso, sí a la conversación sorda.
El lunes desde el mediodía comienza una protesta generalizada de 36 horas por parte del movimiento obrero que empalmará con el paro general de la CGT, muestra contundente, a priori, de una situación de crisis que tendrá a docentes, camioneros, gremios de servicios, el transporte aviones, trenes, taxis, Camioneros en todas sus ramas, comercios, los hospitales –salvo guardias-, los bancos y las escuelas. La Justicia, las Estaciones de Servicios, los puertos y gastronomía. “Si el Gobierno no tiene un plan B, lo del martes será solo el comienzo”, advirtió el triunviro Juan Carlos Schmid.
En fin, este paro será como el del 25 de junio, contundente.