🔵El hijo de Felipe Vallese, Eduardo, el primer desaparecido del movimiento obrero argentino, reveló que recibió un llamado desde México con información clave para reabrir la causa por delitos de lesa humanidad. “Me siento más cerca que nunca”, afirmó🔴
En medio del homenaje realizado por el Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, en el que se rebautizó un salón como “Sala Felipe Vallese”, Eduardo Vallese compartió una revelación que conmovió a todos los presentes: un llamado desde el exterior lo acercaría más que nunca a encontrar los restos de su padre, desaparecido en 1962 por la policía en pleno auge de la resistencia obrera peronista.
“Esto comenzó el 17 de noviembre del año pasado por un llamado desde México de una señora”, relató Eduardo. “Comentó que es la hija de uno de los policías que secuestró a mi papá. Le dije que, por favor, no sea algo falso. Y me dijo: ‘Yo te doy todos los datos que necesites’”, contó Eduardo, casi con lágrimas en sus ojos.

Vallese, con experiencia en investigaciones por haber trabajado durante 19 años en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y fue despedido el 1º de julio de 2023 por el Gobierno de Javier (justo el día del aniversario de la muerte de Juan Domingo Perón), comenzó a reunir documentación, nombres, partidas de nacimiento y archivos. “Hace muy poquito se presentó en el juzgado de San Martín la causa completa. Es un caso de lesa humanidad y se puede abrir en cualquier momento”, explicó. Ahora, deberá presentarse ante el juez para ratificar todo el material, con el patrocinio de Raúl Zaffaroni y Mariano Duhalde, dos figuras clave en la defensa de los derechos humanos.

“No me puedo guardar más esto adentro mío”, dijo Eduardo, visiblemente emocionado, al justificar por qué decidió hacer pública la información durante el acto. Y agregó con serenidad y firmeza: “Estoy preparado para todo. Si no se encuentra nada, voy a seguir buscando. No me voy a poner de rodillas”.
Felipe Vallese tenía apenas 22 años cuando fue secuestrado. Su figura se convirtió en símbolo de lucha, memoria y militancia del movimiento obrero argentino. Hoy, más de seis décadas después, la posibilidad de dar con su paradero se transforma en un acto de reparación histórica y colectiva. Y en palabras de Eduardo, “más allá de que es mi padre, siempre lo consideré el compañero de todos los trabajadores y trabajadoras”.